Descomposición
De Indianopedia
La descomposición es un proceso en el que los grupos privilegiados por rentas acaban socavando al mismo tiempo la competencia, el estado y el comunal. Se manifiesta como tendencia histórica desde los años 80.
Los primeros síntomas fueron entonces la crisis europea, la del bloque soviético, el derrumbe del estado somalí, la aparición de las primeras redes criminales transnacionales y del capitalismo autoritario de amigotes, así como los primeros fenómenos de destrucción masiva y casi simultánea de la cohesión social básica en grandes regiones de Europa, América, Africa y Asia.
Existen dos líneas explicativas que confluyen para explicar la descomposición:
- La reacción frente la disipación de rentas de los sectores que viéndose perjudicados por ella, mantienen sin embargo el control sobre el aún formidable poder del estado nacional intentando paralizar o cuando menos supeditar el proceso a la conservación de las rentas derivadas de su peso político[1].
- El resultado del exceso de escala de las estructuras del capitalismo de postguerra frente a la reducción progresiva de la escala óptima, que se materializa primero como una reacción política -las políticas de «capitalismo de amigotes» llamadas neoliberales[2]-, despueś mediante la «financiarización» de un número creciente de sectores a pesar incluso de su productividad[3] y finalmente como crisis financiera[4], con particularidades según los estados y países[5].
En el proceso, el estado les asegurará la captura de las rentas pero no conseguirá más que parcialmente (como por ejemplo con la recentralización de la web 2.0) que se apropien de una innovación que apunta a escalas demasiado pequeñas para ocupar a las grandes masas de capital que cada vez tienen más difícil ocuparse.
Por ello, los rentistas y el capital financiero verán -y con razón- en el mercado global, en la emigración, en la ebullición de las redes distribuidas y en los primeros síntomas de la transición hacia el modo de producción p2p, el voraz fantasma de la disipación de rentas e intentarán poner a trabajar contra ellas al estado… pero estancar las «fuerzas productivas», parar a propósito la innovación, es a las finales cercenar la base de las propias rentas que sostienen la recaudación. Entonces vendrá la fuga en dos movimientos. Primero el endeudamiento. Y cuando esta se torna impagable el desmontaje de las bases de la cohesión social.
El resultado hará la lucha por capturar el estado de formas extramercado o incluso extralegales aún más duras. A este proceso en el que los grupos privilegiados por rentas acaban socavando al mismo tiempo la competencia y el estado es a lo que llamamos descomposición.
Primeros síntomas
- Desarrollo de las tendencias neonacionalistas y disciplinarias en el estado y el intento de imposición de una sociedad de control al servicio de las industrias que ya no pueden mantener sus modelos y modos de preponderancia económica y social.
- La limitación del ámbito del mercado y el incremento de la corrupción al cerrarse los viejos estratos dominantes alrededor del estado y el capitalismo de amigotes.
- La aparición de sectores económicos parasitarios, desde la piratería naval a la aparición de una verdadera industria de la captura sistemática de rentas estatales.
- El pesimismo social generalizado con su secuela de neonacionalismo e ideologías reaccionarias
Consecuencias a medio plazo
- El abandono del papel cohesionador del estado nacional ya hipertrofiado (identidad, seguridad social, seguridad física, identidad...), cuyo horizonte último es su desplome y conversión en estado fallido
- La destrucción del mercado a todos los niveles
- La destrucción de la base productiva
- La aparición de paraestados, filés negras, bandas criminales, terrorismo transcional y otras formas aberrantes y autoritarias de alcanzar una cohesión social básica.
En los últimos veinte años la descomposición ha arrasado la institucionalidad y practicamente borrado estados enteros del mapa. Los más evidentes fueron países periféricos como Somalia, Afganistán o Guinea Bissau. Pero la descomposición ha azotado duramente a estados y economías mucho más sólidas como las de Argentina, Colombia y México y apunta síntomas preocupantes ya en EEUU y la Unión Europea.